sábado, 4 de febrero de 2017

TODO SOBRE PODEMOS (I)

Lo que está ocurriendo ahora entre los cuadros de Podemos no es nuevo. Hace ya casi un año que también se producían dimisiones en la cúpula, abandonos masivos y enfrentamientos entre sus dirigentes. Sospechábamos, ya por entonces, que Podemos, en última instancia, podría ser dinamitado desde dentro (*). A mediados de 2016, manifesté mis dudas acerca del futuro de este grupo: “Podemos se encuentra en la cuerda floja con la duda de si estarían dispuestos a intentar defender unos verdaderos valores anhelados por la izquierda  y convencer con sus propuestas, o de que otros valores son posibles; con la duda de si sus apoyos populares irán en aumento; con la duda  de si, en el corto o medio plazo, pudieran desaparecer de la escena política” (**).
Bien es cierto que en estos días los medios se están “cebando”, al hilo de las peleas entre unos y otros jefes de filas y de las dimisiones de otros y otras. Los daños que todo ello pueda acarrear a esta formación nos hace pensar si esto será estrategia, o, sencillamente, torpeza extrema de los protagonistas de estas acciones. Cabría esperar que todo este tipo de escaramuzas lo hicieran para ocupar a los medios buitres y mantenerse en el candelero. Parece arriesgado porque es muy difícil buscar el equilibrio entre la publicidad y la presencia en las emisoras de radio y TV y los perjuicios que esto les pueda acarrear. Sin embargo, me inclino por la falta de sensatez, por la inmadurez política, por el deseo de protagonismo y, si me apuráis, por la ambición de los dirigentes de este partido.
Sólo les faltaba a los elementos que dirigen esta plutocracia, y a sus serviles protectores, que estos de Podemos se pongan a parir entre ellos. Carnaza para esos medios que constituyen uno de los pilares de este sistema.
En varias ocasiones he manifestado que cuando se barrunta que el poder de quienes lo ostentan puede quebrar, no dudan en tomar medidas desorbitadas y desproporcionas a los efectos que algunos acontecimientos pudieran producir, o algo parecido. Es el caso de la irrupción de Podemos.
Podemos aparece en escena a raíz de las protestas ciudadanas entre las que destaca el movimiento 15M. Una aparición oportuna, u oportunista, del citado grupo constituido en partido político. La evolución de Podemos es más que constatable. Una evolución que más que un lógico proceso de adaptación han sufrido una verdadera metamorfosis, ¿o es que todo ha sido una farsa desde el principio? Quién te ha visto y quién te ve, o la sombra de lo que eras, o lo que decías que eras, parafraseando al insigne Miguel Hernández. 
Las propuestas iniciales encandilaban a amplios sectores sociales lo que propició un rápido crecimiento electoral. Sin embargo, más adelante, comenzaron a divagar pronunciándose como socialdemócratas y, posteriormente, no se definen, ni ideológicamente, ni siquiera políticamente. Lo que si se desprende de sus declaraciones es que asumen el sistema socioeconómico vigente. Apuestan por el crecimiento, señalando que una subida de salarios potenciaría el consumo y, en consecuencia, el crecimiento, tal como lo entiende el capitalismo. No apuestan, por el contrario, por un modelo sostenible, con todo lo que ello conlleva.
Las actuales diferencias internas se centran en la acción institucional, defendido por unos, versus conjugar ésta con la acción en las calles, pero todo se queda en propuestas teóricas. Su presencia en el Parlamento deja mucho que desear para quienes les votaron. Se han dejado arrastrar por los partidos convencionales. Muchos esperábamos acciones más contundentes. Sus 71 diputados podrían dar mucho más de sí, pero la fuerza se les va en discusiones bizantinas entre unos y otros dirigentes.
Cada vez, recurren, con más frecuencia, a las prácticas que llevan a cabo los partidos clásicos: incorporan a sus listas a “famosos” de uno u otro signo, lo que aleja a esta formación de esa vocación popular de la que presumen. La posibilidad de que sus afiliados y adscritos puedan votar a los dirigentes, no deja de ser una simple táctica que desvirtúa un proceso verdaderamente democrático. Por un lado, los candidatos vienen dados, aunque se pueda votar a elementos de varias listas. Por otro, la mayor parte de ellas y ellos son desconocidos para la mayoría de los votantes. Las líneas políticas las definen sus dirigentes. Puedo garantizar que ha habido propuestas desinteresadas de colaboración de personas de talante progresistas, y no han tenido a bien ni siquiera escuchar sus intenciones. Sólo admiten o buscan a gentes conocidas, aunque eso no les aporte gran cosa o, incluso, les perjudique.

La fuerza y el apoyo con el que contaban inicialmente se van desvaneciendo. Hace unos días asistí a una reunión convocada por el grupo municipal, próximo a Podemos, de mi localidad. Los masivos encuentros de tiempos atrás difieren de la raquítica asistencia a esta última reunión.
Aún a pesar de esa actual indefinición, socialmente se les ubica en la izquierda trasformadora, por lo que se ven afectados por la inestabilidad y por el esfuerzo para demostrar que pueden gobernar, algo que no se le exige a los que sirven de barrera de contención del poder real. Si a eso le añadimos las luchas internas y, como consecuencia, el desencanto de sus votantes no estamos ahora en condiciones de augurar un futuro demasiado halagüeño para esta formación, contrariamente a lo que hemos manifestado en otras ocasiones.  
Quiero, finalmente, manifestar mi preocupación por la deriva que pueda tomar, o que ya ha tomado, este grupo. Algo que surgió inyectando fuertes dosis de esperanza a determinados sectores sociales, deseosos de un significativo cambio político, puede dar al traste con esa confianza puesta en una nueva formación que pretendía romper con eso que, ellos mismos, llamaban el régimen del 78. Aunque, muchos pensamos que es fácil ser arrastrados por la ingenuidad, porque romper con este modelo desde dentro, y no ser engullidos por él, es prácticamente imposible.




No hay comentarios:

Publicar un comentario