domingo, 16 de octubre de 2016

LA TRASTIENDA

Por lo general, quienes nos dedicamos al análisis político tememos la tentación de describir situaciones que son, simplemente, noticia. Es la tendencia natural por su sencillez. En otras ocasiones, en muchas, los escritos o discursos se limitan a la mera opinión, a la conjetura. Opiniones sin ningún rigor científico, sin un método. A veces se utiliza la ironía o la exageración para llamar la atención o, intentando hacer gala de buen periodismo, lo que se cuenta se convierte en un relato delirante. Escribir por escribir.

En consecuencia, no vamos a contar lo que cualquier persona interesada ya conoce sobre la actual situación política en nuestro país. La vulgaridad se ha adueñado de los últimos acontecimientos. Las acciones del establishment son burdas,  ordinarias y  exageradas. A primera vista, sorprende que se permita llevarlas a cabo sin la mínima contestación, pero, después de unos breves minutos de reflexión, es sencillo comprobar que, esa pasividad colectiva, responde a la posición extrema de parálisis a la que nos han llevado. Queremos pensar que estos sean los límites de la sin razón, y que el binomio razón-sin razón se invierta a favor del primer término para abordar con sensatez la actual situación y la que se nos viene encima, si no somos capaces de reaccionar.

En la trastienda se encuentra lo que se oculta, lo que no es público, lo que sólo ven los dueños del negocio. Es en la trastienda donde hay que colarse para descubrir las causas por las cuales las cosas suceden de tal manera en el ámbito político. Tal vez esta sea una de las mejores maneras de llevar a cabo el análisis.

Por una parte, husmeando en esa trastienda, sin necesidad de adentrarnos demasiado, descubrimos que el poder se ha concentrado en una clase social minoritaria, pero con una enorme capacidad para dominar y crear estructuras que la blinda contra cualquier ataque venga de donde venga. Han logrado moldear a la perfección una práctica política que da la cara en su nombre, aunque, dadas las circunstancias, sin ocultarse demasiado. Cualquier iniciativa que ponga mínimamente en riesgo su posición e intereses, es rápidamente laminada, utilizando las más toscas herramientas. Las medidas que vienen tomando, de un tiempo para acá, son exageradamente desproporcionadas a los posibles daños que los más “rebeldes” pudieran ocasionarles. Si nos adentramos un poco más en ese espacio oculto, comprobamos que los individuos de ese sector social necesitan ese poder para resolver su angustia vital, aunque, por mucho que lo intenten, por mucha riqueza que acumulen, por mucho que masacren al pueblo, están llamados al más absoluto fracaso personal. No sería fácil distinguirles del resto de las demás basuras en un estercolero.

Por otra parte, allí, en una amplia bancada de la trastienda vemos a una ciudadanía mansa, manipulable e indiferente. Un amplio colectivo domado que no responde a las agresiones que sufre día tras día. Convencidos sus componentes de que acudir a las urnas cada vez que les convoquen es suficiente. Sin alterarse por las tropelías que cometan propios y extraños aunque vayan, incluso, contra sus intereses. Si nos acercamos un poco más a estos de la bancada de esa estancia oscura en la que reposan, podemos apreciar que la conformidad la encuentran integrándose en el rebaño (E. Fromm), que esa conformidad es saciada por el elemental hecho de creer que forman parte de una sociedad democrática. Durante un largo proceso, han conseguido los de arriba que la masa se acomode a las condiciones que ellos han marcado. Han logrado que las posiciones de progreso, cuando sus defensores tocan poder, sean abstractas, laboriosas e inestables (R. Simone).

Ahondando en aquello que se nos muestra a simple vista, hemos de ser realistas y esperar a que esta especie nuestra evolucione hacia estados superiores de consciencia.  Mientras tanto, comprobamos cómo, cuando se intenta romper con las reglas del juego, el autor del intento de cambio, sea a título personal o como colectivo, tal como hemos señalado, es defenestrado, sin pudor, de forma descarada y a la vista. Por ahora, vemos y veremos, con claridad, cómo un partido político corrupto sigue teniendo un sorprendente apoyo masivo. Que un partido político puede reventar y seguir manteniendo un apoyo semejante al que tenía antes del reventón. Todo esto, y mucho más, pasará por delante de los ojos de unos y de otros sin que nos inmutemos, sin que se responda ante hechos tan injustos y tan irracionales.



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